Desde pequeños nuestros padres nos han insistido en corregir nuestras debilidades más que en potenciar nuestras fortalezas. “Así no se hace, así no se dice, así no se come”. En el cole igual, en la universidad más de lo mismo y al llegar al trabajo, la cosa no cambia: No sabes hablar en público, toma un curso para mejorar. No sabes vender, espabila y aprende las técnicas.
Está bien que nos inciten a pulir nuestros lados flacos y a ser mejores cada día, lo que no tiene mucho sentido es basar tu desempeño en cosas que no te salen bien. Me explico: si no eres bueno para hablar en público, no tiene lógica que trabajes como presentador o profesora. Si no sabes vender ¿para qué buscas un trabajo comercial?
Desempeño basado en fortalezas
En lugar de ganarte el pan con lo que haces mal, debes enfocarte en lo que sí sabes hacer y sacarle provecho a esas fortalezas. Eso es lo que hacen los grandes profesionales como Shakira o Messi, que capitalizaron sus disposiciones naturales sumándoles práctica + conocimiento.
Estos cracks tomaron sus talentos innatos, que no son más que patrones recurrentes en la forma de pensar, sentir o comportarse y decidieron aplicarlos en forma productiva. Ahh… y además cobrar por ello 😉
Aunque tus fortalezas no sean físicas ni salten a la vista, también las tienes y las usas en el día a día. Tú filtras el mundo de una forma especial y eso te hace responder a los acontecimientos de una manera diferente a la que lo harían otros.
Tú decides que bajo qué estímulos actuar, cuáles ignorar, qué le llama la atención y qué no.
El hecho de ser disciplinado, optimista, con sentido del humor o estratégico hace que percibas de una manera única y veas lo que nadie más puede ver. Esa también es una fortaleza.

Muchos estudios nos muestran que ante una misma situación, hay tantas posibles reacciones como personas presenciándola. Por ejemplo, en los accidentes de tránsito: el policía se vuelve loco porque hay tantas versiones como testigos hubo presentes.
Tus fortalezas son tus hábitos más arraigados, los trazos de personalidad más fuertes, lo que a veces no quieres ser y terminas siendo. También son ‘los dones que mi Dios te ha dado’ -como dirían las abuelas- y la dote con la que entras a esta vida.
Los heredaste por vía genética de tus ancestros, se reforzaron con la educación que recibiste, las amistades, las circunstancias y llevas tantos años actuando así, que se han vuelto tu piloto automático. Te has converido en ello y no puedes evitarlo.
Mi pregunta es… Si ese es tu sistema operativo ¿por qué no aprovecharlo?
Muestra tus fortalezas
No sólo es la solución más pragmática, sino la movida más inteligente ya que:
- Es el camino que tu cerebro conoce y podrías estar capitalizando esa inercia.
- Todas las especies, incluida el homo sapiens, transmiten a sus crías las fortalezas que les ayudan a la supervivencia y no sus debilidades. De lo contrario les podría costar la vida y, darling, ti también.
- Cuando inviertes tu tiempo en hacer lo que te salen bien y fácil, generas bienestar. ¿A qué se siente genial ser tú mismo y no tener que ediarte?
Copia el camino de los grandes profesionales: Toma conciencia de tus fortalezas, tráelas a tu trabajo y lograrás un desempeño sostenido. Recuerda que es tu modo operativo por defecto, vienes programado para la selección natural y te produce gozo interior. Además, no puedes evitar hacerlo.
Si no se puede evitar…
¿qué tal cobrar por ello? 😃